Confluyamos para las Generales

Por Iván Pérez Marinas

No seré el primero en decirlo, ya que varios políticos, activistas y periodistas de opinión se me han adelantado, pero quiero mostrar mi apoyo a la propuesta, a primera vista  complicada, de una confluencia de todas las fuerzas sociales y políticas de carácter alternativo para las Elecciones Generales de 2015.

¿Quién iba a pensar hace justo un año, cuando escribí un artículo pidiendo lo mismo para la ciudad de Madrid, que se podría llevar a cabo la confluencia en tantísimos municipios, grandes y pequeños, de toda la geografía española? ¿Y, aún menos, quién podría haber llegado entonces a la tan descabellada idea de que tendrían la posibilidad de liderar gobiernos en localidades de tal relevancia como Barcelona, Zaragoza, La Coruña o la propia Madrid? Por eso estoy convencido de que sí se puede; habrá confluencia para las Generales.

Antes de todo he de recordar brevemente cuáles son las características de las confluencias, que se pueden resumir en los siguiente puntos:

  • Son movimientos ciudadanos. Los acuerdos no se cierran en reuniones opacas entre unas pocas personas; se hacen de forma asamblearia con multitud de gente presente participando en persona u online. Impera así la transparencia.
  • Tienen programas colaborativos y participativos. Se deben ir elaborando en grupos de trabajo abiertos a todo el mundo, especialmente a personas de colectivos expertos en cada materia, y finalmente deben aprobarse en consulta ciudadana.
  • Realizan primarias abiertas, tanto para presentar candidatura como para participar votando. En ellas se debe garantizar la paridad de género y la pluralidad de sensibilidades ideológicas y de colectivos en la lista electoral, especialmente en los previsibles puestos de salida, y siempre hay un código ético que debe firmar cualquier candidata o candidato.
  • Los cargos electos están sujetos a la asamblea y deben rendir cuentas de su labor política ante la ciudadanía. Así surge el lema “gobernar obedeciendo”.
  • Los partidos políticos y las organizaciones sociales son unos más; no lideran ni conducen el proceso de confluencia. Las siglas se dejan a un lado por el bien común.

Los datos de las elecciones del 24 de mayo dejan bien claro lo que funciona y lo que no. Se pueden comparar las ciudades donde la confluencia resultó exitosa, con las ciudades en que quedó a medias y con las ciudades donde se disolvió o no fraguó. En el primer caso vemos cómo en Barcelona y La Coruña las confluencias han quedado como primera fuerza, mientras que en Madrid, con la falta de un sector de IU, y Zaragoza, sin el apoyo decidido de la cúpula de Podemos, han quedado en segundo lugar pero con un muy previsible logro de la alcaldía. En la situación intermedia nos encontramos con Córdoba (sin IU) y Valladolid (sin Podemos), en donde tanto la candidatura de confluencia como el partido que se negó a unirse quedan como socios menores de un posible gobierno municipal; junto con Albacete (sin Podemos) y Granada (sin IU), en las que, por culpa de la división, la suma de PP y Ciudadanos ha sido mayoritaria. Por último, en las ciudades que quedaron vacías de confluencia o en las que esta fue excesivamente pequeña, como Sevilla, Cáceres, León y Almería, siguió la dinámica habitual de resultados electorales.

No podemos llevar a cabo una comparativa de este tipo a nivel autonómico porque por desgracia, especialmente en lo que a mí me toca, no se logró ninguna confluencia total en este ámbito. Aun así, en determinados lugares como Madrid se pueden comparar los resultados electorales entre las confluencias municipales y las candidaturas autonómicas de Podemos, partido que era considerado como el abanderado para lograr el cambio político. De este modo, como bien ha recogido el periodista Isaac Rosa, Ahora Madrid ha obtenido casi el doble de apoyo social (votos) que Podemos para la Comunidad de Madrid en la capital. A causa de no lograrse la confluencia autonómica madrileña, tan ansiada por algunos, se ha dejado al albur de Ciudadanos la decisión de si gobierna de nuevo el PP, al mismo tiempo que no se ha podido romper el bipartidismo, ya que Podemos ha quedado bastante por detrás del PSOE en números de escaños y votos. También esto evidencia que para el cambio vale poco la pena la presencia de personas de otras formaciones y colectivos como independientes en las listas de Podemos al modo tradicional, ya que en forma y fondo esto no es una confluencia, sino una candidatura típica de las que ha habido en los últimos 40 años de democracia representativa española, y no aporta efecto electoral en la candidatura, como algunos prevíamos según la sociología electoral y ha quedado expuesto por los hechos. Por lo tanto, contradiciendo a mi colega de estilo de peinado, se demuestra que el “cielo” no se toma por asalto, se toma por consenso.

La unión de personas y colectivos es especialmente importante para unas elecciones como las Generales, puesto que como hay muchas circunscripciones electorales y cada una aporta pocos escaños para el hemiciclo, sobre todo en las provincias de poca población, yendo por separado se pierden muchos votos al no lograrse superar los umbrales mínimos de cuantía de votos que otorgan representación. Así, por ejemplo, en un artículo se ha señalado que si se trasladasen los porcentajes de votos de cada opción electoral que ha concurrido en las elecciones autonómicas extremeñas, tan sólo el PSOE y el PP obtendrían representación en las Generales por las provincias de Cáceres y Badajoz.

Para esta ocasión, para las Generales, tengo la impresión de que los partidos tendrán un papel más relevante que en las confluencias municipales, ya que los movimientos u organizaciones sociales que buscan reiniciar el sistema tienen un ámbito más municipal y autonómico y menos estatal. Analizando los partidos, sé que EQUO quiere la confluencia porque la ha defendido por activa y por pasiva y, como ejemplo, no hay más que leer un reciente artículo de Rosa Martínez, coportavoz del partido ecologista y candidata en  unas próximas primarias para encabezar EQUO en las Generales. Por su parte, Izquierda Unida ha estado jugando estos meses a un doble juego, pero finalmente los resultados electorales han dado la razón a Alberto Garzón en su defensa de la confluencia y Cayo Lara ha tenido que recular y pedir a Podemos una candidatura de convergencia en una declaración pública. Asimismo, partidos de carácter nacionalista podrían fácilmente sumarse si empieza a cuajar algo, como ICVEUiA, Compromís, Més, Anova, CHA, Batzarre o Caballas. Seguramente también darían el paso partidos pequeños pero con propuestas interesantes y sobre todo con personas de gran capacidad, como PUM+J, CLI-AS, Piratas, Movimiento Red, Alternativa Republicana o Demos +. En resumidas cuentas, la pelota está en estos momentos en el tejado de Podemos y tengo esperanzas porque conozco a mucha gente de sus bases que quiere la confluencia.

Es el momento para salvarnos de la crisis (social, económica, política, medioambiental) y de las políticas y de los políticos que nos hicieron caer en ella.
Ahora ganemos en común el Gobierno del Estado.

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